La relación entre estrés y fertilidad es un tema controvertido. Muchos creen que el estrés emocional es un factor que disminuye su fertilidad cuando intentan conseguir un embarazo espontáneo, y también cuando se someten a tratamientos de fertilidad.
Pero esta creencia se basa normalmente en evidencia anecdótica que relaciona los embarazos con unas vacaciones (“relájate y te quedarás embarazada”) o incluso con la adopción, cuando las parejas ya no buscan embarazo espontáneo (“no pienses en ello y te quedarás embarazada”). Sin embargo desde un punto de vista clínico, los complejos procesos que relacionan estrés y fertilidad aún no están claros.
En el año 2014, un artículo sobre la relación de estrés y fertilidad de Lynch C. D. et al batió el record de descargas, con más de 3.000 en los 6 primeros meses desde su publicación. En este artículo, los autores observaron que las pacientes que tenían niveles elevados en saliva de una sustancia llamada α-amilasa (que se produce en situaciones de estrés) tardaban más tiempo en conseguir embarazo espontáneo que las que tenían niveles más bajos. Sin embargo, no se encontró asociación entre los niveles de cortisol en saliva (que también aumentan con el estrés) y un necesidad de mayor tiempo para conseguir embarazo.
La forma en la que el estrés puede afectar a la fertilidad en la mujer es muy individual, puesto que puede provocar diferentes reacciones. El estrés puede hacer que la hipófisis produzca mayores cantidades de prolactina. La hipófisis es una de las regiones del cerebro que, además de prolactina, produce FSH y LH, que son las hormonas que regulan la función de los ovarios. Cuando los niveles de prolactina se elevan, el cuerpo responde con cambios hormonales a nivel del hipotálamo y la hipófisis, alterando de forma indirecta la producción de FSH y LH. Es habitual por lo tanto, que la hiperprolactinemia se asocie a falta de ovulación y ciclos menstruales irregulares y, por consiguiente, se produzca una disminución en la fertilidad. Otra teoría afirma que el estrés puede afectar al encuentro del óvulo y los espermatozoides. Las trompas de Falopio son los conductos a través de los cuales “viaja”, cada mes, un ovocito desde el ovario hasta el útero, y es el lugar donde el óvulo se encuentra con los espermatozoides. En las trompas existen receptores de unas hormonas llamadas catecolaminas. En situaciones de estrés, las catecolaminas se elevan y esto podría influir en la actividad de las trompas y, por lo tanto, dificultar el transporte del óvulo y los espermatozoides. Todos estos son ejemplos del papel que puede jugar el estrés en la fertilidad de la mujer.
En el caso del varón, el estrés se ha asociado a disfunción eréctil, disminución del deseo sexual y reducción de la frecuencia de relaciones sexuales, disminuyendo así su fertilidad. Además, el estrés extremo puede disminuir la producción de espermatozoides, como se observó en un estudio realizado en Alemania, en presos condenados a muerte. La realización de biopsias testiculares en estos varones reveló una detención en la producción de espermatozoides.
¿Pero esta relación de estrés y fertilidad puede influir en el éxito de una técnica de reproducción asistida?
Ésta es una pregunta frecuente que se hacen muchas de las pacientes que acuden a una clínica de fertilidad. La respuesta a la pregunta es NO, según el estudio publicado en 2011 por Boivin J.. En este meta-análisis, se revisaron todos los estudios prospectivos hasta la fecha en los que se analizaba la asociación entre embarazo (definido como el resultado de una prueba de embarazo positiva, observación por ecografía de latido cardiaco del embrión o recién nacido vivo) y estrés emocional previo al tratamiento (en pacientes diagnosticadas de ansiedad o depresión) en pacientes que se sometían a un tratamiento de FIV. Se revisaron datos de 14 estudios que incluían a 3.583 pacientes y no se encontraron diferencias en el nivel de estrés del grupo de pacientes que conseguían embarazo frente al del grupo de pacientes que no lo conseguía. El estudio llega a la conclusión de que el estrés emocional de las pacientes con problemas de fertilidad (sea del origen que sea), no influye en la posibilidad de conseguir embarazo una vez que se someten a un tratamiento de reproducción.
Pero a pesar de la tranquilidad de saber que el estrés no va a influir en el éxito de un tratamiento de fertilidad, hay evidencia abundante de que los niveles de ansiedad y depresión en mujeres y parejas que se someten a una técnica de reproducción asistida, están elevados. Por este motivo, los pacientes pueden necesitar ayuda o apoyo psicológico que mejore su calidad de vida durante el tratamiento. Cualquier intervención que mejore la comunicación médico-paciente y que ayude a aguantar las dos semanas de espera desde finalizar un tratamiento hasta la prueba de embarazo (momento reconocido como de mayor ansiedad durante los tratamientos) debe ser ofrecido por las clínicas de fertilidad. En URH García del Real cuentan con una Unidad de Apoyo Psicológico, dirigida por la Dra. Carolina Díez, con este fín.
Referencias