Es automático: Cuando diagnosticamos una tiña lo primero que preguntan los padres (o lo segundo) es si el niño/a va a poder ir o no al colegio.
Y es que no están los tiempos para la conciliación laboral y familiar, así que es lógico que tarde o temprano surja la duda. Sobre todo porque en muchos centros escolares aplican la exclusión ante la más mínima duda, y tampoco es eso. Luego está el sentido común, pero esto ya es para nota.
Las lesiones de Kike no admitían muchos diagnósticos diferenciales: Eso era una tiña hasta que no se demostrara lo contrario. Pero aún así siempre es recomendable, y diría que casi obligado en todas las dermatofitosis del pelo, confirmar el diagnóstico mediante el correspondiente cultivo. Entre otras cosas porque el cultivo va a tardar un mes (aquí y en Hollywood), y si las cosas se tuercen o no van todo lo bien que esperábamos, tener identificado al bicho en cuestión da mucha tranquilidad (y si el cultivo es negativo, a pensar en otras posibilidades). Y es que la identificación micológica tiene implicaciones incluso en el tratamiento, e incluso es una manera de poder rastrear el origen de la infección (os recuerdo que hay dermatofitos cuyo origen está en la tierra, otros que se contagian a partir de animales y otros, entre humanos).
Evolución de las lesiones de Kike con el tratamiento
El cultivo de los pelos de Kike fue positivo para Microsporum gypseum, un hongo dermatofito geofílico (cosas de jugar con tierra), así que ya tenemos el diagnóstico confirmado de tiña capitis (os recuerdo que un mes más tarde). Es evidente que ante lesiones tan claras no vamos a esperar un mes para iniciar tratamiento, así que ya en la primera visita tuvimos que decidir qué le dábamos a Kike. El tratamiento sistémico es prácticamente obligado ante una tiña capitis, donde si recetamos antifúngicos tópicos (lociones o en forma de champú/ gel) estos últimos tendrán un papel adyuvante. Así que teníamos que decidir: griseofulvina, terbinafina, fluconazol o itraconazol. A día de hoy, terbinafina (por disponibilidad en el mercado) se podría considerar el tratamiento de elección para la mayoría de tiñas capitis infantiles, aunque hay que tener en cuenta que se presenta en comprimidos de 250 mg y que en niños de menos de 40 kg de peso tendremos que ajustar la dosis. Así, en niños de 10-19 kg la dosis recomendada es de 62,5 mg/d; en 20-39 kg, de 125 mg/d y en mayores de 40 kg, la dosis de adultos de 250 mg/d, siendo la duración del tratamiento de 4 semanas en la mayor parte de los casos, y recordando que terbinafina va mucho mejor en tiñas tricofíticas que microspóricas (sobre todo por M. canis), alargándose a las 6 semanas el tratamiento en estos casos.Itraconazol no suele utilizarse de entrada en niños, sobre todo desde que desapareció la suspensión pediátrica (la dosis sería de 5 mg/kg/d), y aunque fluzonazol sí existe en suspensión oral, su uso en niños suele estar limitada a formas graves de candidiasis (6 mg/kg/d).
Colonias de M. gypseum
M. gypseum al microscopio
Esto es ahora, porque hasta no hace mucho no había discusión: Las tiñas capitis se tratan con griseofulvina. Y punto pelota. Pero este antiguo fármaco tiene un problema: Es barato, viejo y con escaso interés comercial. Y seguramente por eso se encuentra desabastecido en España desde 2014. Esta situación se puede paliar mediante la formulación magistral, disponible incluso en solución oral, y también se pueden conseguir los comprimidos solicitándolos como medicación extranjera (parece que los importan de Francia, donde no tienen ese problema). Descubierta en 1939 a partir del Penicillium griseofulvum, a finales de los años 50 se vio que era eficaz en el tratamiento de las micosis superficiales en humanos, convirtiéndose en el primer antifúngico oral. La dosis habitual es de 10-15 mg/kg/d, aunque en las tiñas capitis se recomiendan dosis mayores de 20-25 mg/kg/d, durante 6-8 semanas. Se tolera bien y se absorbe mejor si se administra junto a comidas grasas. Las tasas de curación micológica se encuentran entre el 80 y el 95%. A Kike le recetamos griseofulvina siguiendo ancestrales costumbres, a dosis de 20 mg/kg/d durante 8 semanas, y aunque al principio teníamos serias dudas de que persistiera la placa alopécica, con el paso del tiempo pudimos comprobar que el pelo le volvió a crecer con normalidad. Y terminamos intentando responder a la pregunta del título. Las tiñas en general (las infecciones por hongos dermatofitos) no se consideran en realidad una causa de exclusión escolar, aunque sí son de obligatorio tratamiento. Sí pueden ser consideradas como exclusión en piscinas públicas. Evidentemente, el sentido común también nos dice que en aquellas lesiones localizadas en áreas expuestas en niños muy pequeños, es más que recomendable iniciar el tratamiento lo antes posible para minimizar el riesgo de contagio y evitar pequeñas “epidemias” escolares. A título informativo, decir que al cabo de una semana de tratamiento con terbinafina ya se detectan niveles adecuados de antifúngico en el pelo. Y si queréis más información acerca de las causas infecciosas de exclusión escolar, os recomiendo este artículo de la Guía ABE de Pediatría.